¿Qué es la Gestión de Proyectos Ambientales?

Es la acción de diseñar, planear, ejecutar, medir y controlar la forma en que se aborda un proyecto, respecto a sus impactos hacia el ambiente.

Cómo lo hemos comentado, la gestión de proyectos ambientales inicia desde la concepción de un proyecto que tendrá alguna afectación (positiva o negativa) en el entorno. Puede ir desde la construcción de un desarrollo inmobiliario de 130 hectáreas (ha), hasta la reforestación de un área 500 metros cuadrados (m2). E incluso la construcción de un centro cultural, donde además tendremos un impacto social, por mencionar un ejemplo.

No importa si el proyecto es de corte constructivo, forestal o social, siempre será una prioridad mitigar los impactos negativos y compensar o fomentar los positivos.

Teniendo en cuenta ello, cualquier agente encargado de gestionar proyectos ambientales necesita tener siempre una visión muy amplia del proyecto. Por ello, existen documentos requeridos por la autoridad en donde se detalla, con la ayuda de matrices y mecanismos de información, cada aspecto del proyecto ambiental. En México es la Manifestación de Impacto Ambiental, o mejor conocida como “La MIA”.

¿Cuáles son las etapas de la Gestión de Proyectos Ambientales?

gestión de proyectos ambientales

Aquel que se encuentra a cargo del proyecto necesitará seguir diferentes etapas en orden para así poder establecer los objetivos en mente de forma eficiente:

  • Inicio: se resume en el planteamiento del proyecto o problema.
  • Planificación: una etapa vital, pues es aquí donde se plantean las diferentes herramientas, técnicas y el conocimiento suficiente para llevar a cabo no solo un trabajo de beneficio sino un proyecto ecológico. Lo importante es que todo gire en torno a lo más sostenible y poco dañino a nivel ambiental. De la misma forma, se aprovecha la etapa para recabar los datos necesarios con tal de estar en regla con la ley del momento, investigándose además gestiones jurídicas u otras (ej: la gestión de permisos de talas o gestión de permisos de transplantes en un área donde se requerirá remover árboles en los primeros pasos).
  • Ejecución: la etapa de la acción, en donde se aplican las metodologías aceptadas y se ejecutan todos los trabajos necesarios, en materia de papeleo y trabajo de campo, para poder llevar a cabo el proyecto. Obligatoriamente se deben seguir las medidas de mitigación de impacto ambiental.
  • Seguimiento y control del proyecto ecológico.
  • Cierre final.

Metodologías de gestión de proyectos ecológicos más utilizadas

Junto a los pasos, hay diversas formas de desarrollar un proyecto ambiental. Algunos permiten realizar el trabajo completo dividido en fases, y otros, más rígidos, piden un paso a paso detallado en el que se avanza solo cuando se ha terminado la tarea anterior. Los dos métodos más populares en la ingeniería ambiental son “en cascada” y el “agile”.

Método en cascada

Un paso después de otro. Esta forma de ejecutar proyectos los visualiza de forma lineal.

Es un método basado en hacer las cosas de manera sucesiva, sin aplicar diferentes actividades o etapas en un mismo tiempo sino todo lo contrario.

No se podrá realizar un proceso sin antes haber culminado el que le precede y así sucesivamente.

Generalmente este método se emplea para proyectos ambientales de naturaleza rígida, en donde ya todo está determinado. También brilla en eventos donde se requieren grandes grupos de trabajo estando en constante comunicación para poder ejecutar los procesos en el orden requerido.

Método agile

Este método, a diferencia del anterior, permite mayor flexibilidad a la hora de desarrollar el proyecto, pues se encuentra abierto a cambios que pueden suceder durante la ejecución de alguna fase e incluso un tiempo después.

Ante trabajos que prevean cambios inesperados en el camino o regulaciones diferentes a las seguidas al inicio, esta es la mejor técnica.

Se desarrolla en hitos, y no necesariamente requerirá de la estricta conclusión de un paso para poder continuar con el siguiente, sino que se pueden ir elaborando bloques de trabajo y con ellos, tener una supervisión constante en donde es posible implementar modificaciones en herramientas o recursos para llevar a cabo el objetivo principal.

En fin, que la elección del método variará dependiendo del proyecto. Después de todo, no es lo mismo ejecutar un trabajo basado en el transplante de árboles, a centrarse en realizar un mantenimiento de árboles continuo, lo cual en el tiempo puede modelarse de diferentes formas.

Dependiendo del objetivo, la estructura y la duración del trabajo, una metodología será mucho más conveniente que la otra.

La importancia de gestionar proyectos para el ambiente con responsabilidad

gestión de proyectos ambientales

De inicio a fin, decidir la forma en la que se realizará un proyecto ambiental puede determinar si viviremos mejor o no.

La elaboración de manifiestos de impacto ambiental cada vez es más latente, teniendo en cuenta los cambios radicales que estamos experimentando con el clima al paso de los años.

La acentuación del calentamiento global nos deja tan poco tiempo para poder actuar, que a la hora de alterar el ambiente incluso para nuestro beneficio en el tiempo actual, es mejor pensárselo dos veces antes de decidir cuáles serán las estrategias para llevar a cabo cualquier actividad.

Una gestión de proyectos ambientales inteligente incluye no solo las mejores maneras de obtener calidad y ahorro en la mejor medida posible, sino también el de poder garantizar sostenibilidad cuando se ejecuta.

Reducir los riesgos de perder zonas verdes, garantizando el transplante de árboles o incluso realizando una nueva plantación allí donde hubo derribo de árboles son una de las tantas medidas que se pueden tener en consideración a la hora de trabajar en un proyecto ambiental.

Evitar la contaminación en la medida de lo posible también es clave. Pues en la emisión de carbonos a la atmósfera se encuentra parte de la culpa de que hoy por hoy, enfrentemos temperaturas absurdamente altas en temporadas veraniegas, arriesgando la integridad de la población a la que, irónicamente, se le quiere conceder el propósito de cualquier proyecto ambiental en el que se piense.